La escuela secundaria es el espacio donde los aprendizajes alcanzados en la escuela primaria se afianzan. Las prácticas lectoras se diversifican y se profundizan con el propósito de formar lectores autónomos, capaces de tomar decisiones, reflexionar, elegir, debatir y hacer cosas mediante el discurso y las palabras. Con este fin, los adultos de la escuela (directivos, docentes de todas las disciplinas, bibliotecarios, referentes, preceptores, tutores y otros actores que la escuela considere adecuados) deben colaborar creativamente en la tarea de implementar escenas de lectura grupales y convocantes, tanto en el aula como en otros espacios ampliados de aprendizaje, de manera disciplinar pero también transversal. El objetivo de la escuela es formar a los estudiantes en un conjunto de habilidades que les permitan acceder al conocimiento y construirlo, así como desempeñarse en la vida académica, ciudadana, en los proyectos personales y laborales.
para estudiar, para intercambiar ideas y posturas,
para entrar en una experiencia social y estética que los adultos deben
facilitar, sostener y compartir cotidianamente.
Esto implica elaborar dentro del Plan de Mejora
Institucional (PMI) un proyecto lector escolar que tenga en cuenta:
a) transmitir, practicando, que leer es la herramienta
básica de acceso a los diferentes saberes disciplinares y a las prácticas de
estudio;
b) compartir la lectura literaria como un modo de
conocer y comprender las experiencias humanas;
c) vivenciar que la lectura es una práctica que exige
tiempo, perseverancia, esfuerzo y autorregulación;
d) habituar a los estudiantes a leer en voz alta, para
sí mismos y para el grupo de estudio mediante la invitación permanente a tomar
la palabra, valorando su propio pensamiento;
e) incluir a los adolescentes en una comunidad de
interpretantes, donde los intercambios entre lectores potencian los modos de
pensar, planificar y resolver situaciones y conflictos.
La lectura es una práctica social compleja que se
enseña; por eso la escuela es el mejor lugar para enseñarla y es una
responsabilidad de toda la comunidad educativa desarrollar escenas lectoras que
afiancen y ejerciten las habilidades que se ponen en juego al momento de leer.
Los jóvenes estudiantes atraviesan una etapa vital especial, llena de intereses,
motivaciones y gustos que muchas veces son difíciles de detectar –e incluso
comprender– para los adultos. Por este motivo, si bien la escuela asume el
objetivo programático de enseñar a leer, también reconoce y emplea estrategias
provenientes de la promoción de la lectura, para mejorar el vínculo entre
enseñanza y aprendizajes, de adultos con jóvenes, para favorecer que los
adolescentes adquieran voz y protagonismo, se apropien de sus prácticas lectoras
y habiten una escuela que los reconoce en sus formas de pensar, sentir y
actuar.
Así entendidos, los procesos de enseñanza pueden
dialogar con la actuación de todos los docentes de la escuela como mediadores
de lectura: los de Lengua y Literatura, como punta de lanza de las acciones;
los de todas las asignaturas, como enseñantes expertos en la lectura de sus
disciplinas. Junto con ellos, los demás adultos de la escuela, las familias y la
comunidad toda serán también motivadores y coordinadores de prácticas que
busquen experimentar la lectura como fuente de comunicación y de construcción
de conocimientos, en una escuela secundaria que amplía sus modos de enseñar.
Sobre todo, se busca fortalecer una escuela “que se ponga a leer”, con docentes
que proponen prácticas y lecturas establecidas en los Núcleos de Aprendizajes
Prioritarios (NAP) y en los diseños curriculares jurisdiccionales, pero que a
la vez escuchan, analizan e integran las propuestas y las prácticas de lectura
de los estudiantes.
En esta línea de acciones, la lectura compartida en
voz alta se plantea como una práctica que permite a docentes, estudiantes y
otros mediadores “conocerse leyendo”, intercambiar ideas y apreciaciones y,
sobre todo, habilitar la voz de los jóvenes para que pregunten sobre lo que
comprenden, no comprenden o creen no comprender, para que compartan sus saberes,
provenientes de experiencias de vida o de otras lecturas. Por otra parte,
permite que el docente identifique las dificultades que algunos lectores puedan
tener y encuentre estrategias para brindarles apoyo.
En este cuadernillo se presentan propuestas de
lectura para el Ciclo Básico y el Ciclo Orientado de la escuela secundaria, con
la expectativa de que las escuelas se apropien de sus ideas fuerza, amplíen las
prácticas e, incluso, puedan integrarlas con las Jornadas Escuela, Familias y
Comunidad, otorgando a las acciones un marco aún mayor que fortalezca las iniciativas.
Como sostén de la diversidad de tareas sugeridas, las escuelas cuentan con
numerosos recursos, en tanto se sugiere que, por cada ciclo lectivo, los
jóvenes lean al menos tres libros, que podrán ser de ficción o no ficción.
El objetivo de las propuestas es implementar variadas estrategias de lectura con el fin de mejorar la calidad de los aprendizajes. Por este motivo, también será valioso evaluar a lo largo del año, a medida que las prácticas van tomando forma y se consolidan, cuáles son los cambios que se producen. Esta tarea podrá relevarse utilizando las láminas de aula, cuya función es convertirse en “una agenda de aula”, donde realizar comentarios de guía, seguimiento y modificaciones. Con este fin y para considerar los logros alcanzados, pueden tenerse en cuenta criterios como los siguientes: fluidez lectora (voz alta y/o silenciosa); interés/motivación; identificación de propósitos de los textos; identificación de información, de aserción o posibilidad, de opiniones y argumentos; interpretación de información explícita o implícita; identificación e interpretación de recursos literarios; reformulación oral y/o escrita mediante explicaciones, exposiciones, argumentos y actividades; valoración y refutación de las opiniones presentes en los textos; autonomía y autorregulación lectora; habilidad para usar textos en actividades variadas con las cuales se construye conocimiento.
Otra herramienta con la que específicamente los
docentes de Lengua y Literatura pueden recuperar la voz y las apreciaciones de
los estudiantes sobre las tareas propuestas (además de convertirse en un
recurso que forma parte de los grados crecientes de autonomía de los jóvenes
lectores porque habilita la autorreflexión) es proponer que registren a modo de
diario sus reflexiones acerca de los estilos de trabajo, junto con las
dificultades que se presentan y los logros que alcanzan durante sus prácticas
de lectura.
Ambas herramientas, la lámina del aula y el diario
del estudiante, constituyen registros de cómo avanza el proyecto lector en la
escuela secundaria y permitirán realizar ajustes, profundizaciones o cambios.
En todos los casos, la intención de las propuestas de
lectura de Nivel Secundario es propiciar la comunicación entre los adultos y
los jóvenes de la escuela, mediante la circulación y el uso intensivo de
productos culturales (libros, audiolibros, conversaciones, repositorios de las
netbooks, TIC, Internet, otras instituciones, jornadas, espectáculos y
experiencias) y asimismo optimizar y dar el máximo aprovechamiento al uso de
las netbooks que representan una extraordinaria herramienta para impulsar la
lectura no solamente en lo que hace a contar con enorme profusión de textos
digitalizados disponibles sino que
acerca a todos la oportunidad de interactuar con textos multimodales. Todas
estas actividades se pueden llevar a cabo en el interior de la escuela y
también abriendo la escuela a intercambios con la comunidad, para optimizar el
empleo de sus tiempos, espacios y recursos.
Extraído de
PRACTICA DIARIA DE LA LECTURA EN
LA ESCUELA. Cuadernillo
pedagógico.
Ministerio
de Educación. Presidencia de la
Nación