viernes, 28 de febrero de 2014

Animarnos a leer historietas en la escuela: un desafío para el año que se inicia

La propuesta de “Para leer con todo” (Dirección de Nivel Primario de Nación en articulación con los ministerios provinciales) para 3° y 6° grado, así como la necesidad de avanzar en la promoción de la lectura para el resto de los cursos, nos lleva nuevamente a recorrer los libros que componen la Colección de Obras Literarias recibida por las escuelas primarias

Entre ellos podemos descubrir varios títulos que se sostienen en la historieta. Este género es muy interesante para acercar a los niños y niñas a la lectura, ya que su identidad gráfica provoca una aproximación directa e inmediata, de poderosa atracción a partir de su pluralidad y heterogeneidad. Como bien señala Oscar Masotta, “la historieta es literatura dibujada”.

Su nombre varía según los países y se la conoce como “manga” (Japón), “cuadrinhos” (Brasil), “tebeos” (España), “fumetti” (Italia) y “comics” en el mundo angloparlante, ya que se los ligaba en un primer momento a los chistes. En la Argentina, se considera a Sarrasqueta, de Manuel Redondo en 1912, como la primera historieta nacional. A partir de allí ha tenido una amplia difusión y se han generado numerosos personajes nativos, como Patoruzú, Mafalda, Vito Nervio, Misterix, Nippur de Lagash, Inodoro Pereyra, El Eternauta, Clemente, entre muchos otros, con gran aceptación de los públicos de diferentes edades.

Las historietas tienen una larga trayectoria, en general, asociada a los medios gráficos hasta dar el salto al formato libro, pero aún no son un “clásico” en la escuela. Por mu- cho tiempo se las desprestigió como un género menor, desconociendo sus posibilidades expresivas, que hacen del lenguaje y la imagen una síntesis muy particular. Así como las imágenes tienen en los cuentos valor de representación y en los libros de texto, una función informativa y aclaratoria, en las historietas, despliegan una historia.

El humor, ligado en general a las tiras dibujadas, tampoco pareciera haber encontrado a lo largo de muchos años de escuela (salvo en el caso de la incorporación de Mafalda) un sitio privilegiado desde donde ahondar en la reflexión, la crítica y la emoción, así como recrear diversas posibilidades expresivas.

Es por eso que es valioso recuperar una mirada transversal a contenidos de diversas áreas curriculares, a través del sentido del humor incluido en algunas historietas, porque nos permite motivar a los niños de una manera más atrayente.

Román Gubern define el cómic como “una serie de imágenes secuenciadas que narran una historia, acontecimiento o mensaje, a través de imágenes impresas, que pueden ir o no acompañadas de texto”. Se encuentran entre ellas diversos subgéneros: el humorístico, el de terror, la ciencia ficción, el romántico, el de aventuras, el gauchesco, que se agrupan en función de sus temáticas.
El mundo de las historietas es amplio, por lo que bien vale hacer un breve mapeo de los elementos que las configuran y que pueden orientar las propuestas de los docentes con estos materiales.

Se centra en dos tipos de códigos: el visual y el verbal. El primero se encuadra en las viñetas que encierran las imágenes. Tal como lo hace el foco en la fotografía o el cine, se pone el centro en una mirada, un cuerpo entero, una escena. Se usan líneas cinéticas para dar idea de movimiento y recursos gráficos varios para expresar emociones y estados de ánimo a través de gestos y expresiones corporales, entre otros. Lo gestual constituye una impronta central en la historieta y como tal, aporta densidad al contenido expresado en palabras, por lo que es importante prestarle atención al momento de leer.
El segundo, se expresa a través de bocadillos, en el contorno de un globo, se apela a onomatopeyas y a una presentación secuenciada del relato que se condensa en cada viñeta, en la voz de los diversos personajes, estructurados previamente en un guión. El dibujante y el guionista (que a veces confluyen en una misma persona) tienen frente a la hoja en blanco, una intensa y articulada tarea.
La historieta se vale de las onomatopeyas para representar –textual y gráficamente a la vez– ruidos o sonidos, ya sea tanto del ambiente (frenadas, disparos, portazos, explosiones, golpes, motores y mecanismos, timbres, etc.) como propios de los personajes (gritos, risotadas, hipo, estornudos, etc.). Intervienen en la imagen como un elemento de lectura más –generalmente como texto fuera de globos– y de su resolución expresiva (tipo de letra, variedad del trazo, tamaño, color, ubicación y/o recorrido espacial, etc.) dependerá la calidad sonora que intenta representar”, señala Adrián Montini.

La letra aporta también desde su gráfica al código verbal. Así, si por ejemplo, el personaje habla alto se usarán letras grandes, si en cambio, el diálogo se da en tono confidencial se usarán letras pequeñas; si se canta se pondrán con ritmo ondulante y se completarán con signos musicales.
Asimismo, hay que considerar el “clima” (o atmósfera). La autora Poly Bernatene indica que “ayuda a que los personajes convivan con diferentes situaciones (soledad, opresión, alegría, tensión o terror, entre otras)”. El uso del color o del blanco y negro, llevan a diferentes “estados de ánimo y climas”. Por ejemplo, se usarán “colores oscuros, monocromáticos o fríos (azules, violetas, verdes) para denotar “clima” de tristeza, o colores cálidos (rojos, naranjas, amarillos) para mostrar “climas” más alegres. En el blanco y negro contamos con menos elementos, pero no por eso menos efectivos... Contamos con la luz y la sombra, texturas o grises, contraluces, pesados negros, imágenes en negativo e inclusive grandes espacios en blanco que suelen marcar el tiempo (como una especie de silencio). Todos estos elementos complementados y equilibrados pueden hacernos viajar en el tiempo, a lugares desolados, lugares encerrados, iluminados, y transmitirnos diferentes sensaciones o estados de ánimo, tal como lo hacen las palabras”.

La historia encerrada en los cuadritos asume distintas relaciones entre el texto de los globos y la acción requerida para adquirir su propio ritmo, que llevará a una lectura más detenida o vertiginosa. Es interesante reconocer que entre los cuadros, no hay sucesión obligada entre el tiempo o el espacio. Puede la historia moverse años o segundos de un cuadrito a otro, o trasladarse abruptamente entre distintos escenarios.
Señala Scott McCloud (2008:35):Las viñetas de los tebeos fraccionan el tiempo y el espacio, ofreciendo un ritmo mellado y sincopado de movimientos discontinuos, que el lector tiene que completar conectando lo explícito y lo implícito y, de ese modo, construir mentalmente una realidad continua y unificada”.
La creación de dicha realidad a partir de diferentes escenarios y la construcción del propio guión, exigen al autor una etapa importante de documentación. Esto, para dibujar de manera creíble, en el caso de historietas que recurren a referencias históricas o geográficas, o simplemente para que sean identificables los objetos que en ellas aparecen. Una tarea minuciosa de investigación en bibliotecas y librerías es requerida para obtener la información necesaria, a partir de la lectura de diversos materiales escritos y/o visuales.
El abordaje de la historieta combina las diversas posibilidades de lectura con la producción escrita. La creación de tiras por parte de los niños, con base en textos leídos o en guiones propios que pueden ser individuales o grupales, resulta una creativa oportunidad para darle lugar al uso coloquial y libre de la palabra, para poner en juego las capacidades de comprensión, expresión y comunicación.
La combinación de un relato secuenciado que se explaya en uno o diversos personajes, acompañados del uso de la imagen como disparador y soporte del texto, constituye un ejercicio enriquecedor desde lo icónico y lo textual, que puede manejarse desde presentaciones simples a otras de una mayor complejidad, de acuerdo al interés del grupo de alumnos, lo atractivo de la propuesta y la familiaridad alcanzada con el género. Todo ello estimulando una actitud crítica y reflexiva en torno a la realidad.
La lectura y escritura se encuentran en este género en particular muy entrelazadas. Es por ello que el docente podrá incentivar una y otra, por ejemplo, a través de diversas actividades como la confección de una selección de viñetas agrupándolas por formas (cuadradas, redondas, rectangulares, irregulares) o de onomatopeyas según la intensidad de su sonido; o de globos, de acuerdo a lo que expresa su contenido (una reflexión, un diálogo, un grito).
La producción de textos puede entonces encararse de muchas maneras. Un ejemplo posible es la entrega de material ilustrado con los globos en blanco, después de la lectura de diversas tiras de los mismos personajes, para que sean los alumnos quienes produzcan los diálogos. La crítica y la comparación serán herramientas válidas en el aula, en cuanto a la producción y el análisis de un discurso.
En síntesis, la historieta, tal como señala César Carrizo (2008), puede ser “ese resorte que frecuentemente necesita el docente para crear un interés generalizado que facilite la transposición de los contenidos curriculares”.

La novela gráfica
La novela gráfica es heredera de la historieta. Concebida originalmente para adultos, guarda con el “comic” similitudes y diferencias:

1.- Se presenta como libro con una única historia de un único autor, mientras el soporte habitual de la historieta es la revista donde conviven varias historias protagonizadas por uno o distintos héroes e intervienen varios autores.

2.- Mientras la historieta fue vista y caracterizada durante mucho tiempo como un “género menor” que trataba temas populares (los superhéroes, el niño perdido, la guerra, etc.) la novela gráfica parece vincularse más al mundo de lo literario y trae los recursos típicos de la narración moderna (recuento, vuelta atrás en el tiempo, etc.)

3.- Si bien hubo en la historia del comic excelentes dibujantes como horacio altuna (Ilustra Kabul de Bengala, con guión de Héctor Oesterheld; El loco Chávez, con guión de Trillo, etc.), alberto Breccia (Sherlock Holmes, un nueva versión de El Eternauta, ambas con guión de Oesterheld) u Osvaldo Walter Viola, conocido como Oswal y creador del superhéroe argentino, Sonoman, por nombrar solo a algunos rioplatenses que conquistaron mercados en Estados Unidos y Europa, el tratamiento de la imagen tiene un matiz diferente en la novela gráfica. En ella se vuelve más elocuente y hasta cierto punto central y decisivo, por lo que algunos críticos la agrupan junto al libro álbum.
En la colección de obras literarias del Ministerio de Educación, se destaca Frankestein, como ejemplo de novela gráfica. Se detallan sus características en las reseñas que acompañan este volumen.


* Extraido de: BUENOS LIBROS PARA LEER, BUENOS DÍAS PARA CRECER 1. Reflexiones y propuestas para el mejoramiento de la lectura en el nivel primario. Material elaborado por el Plan Nacional de Lectura en apoyo a la Política Nacional de Intensificación de la Enseñanza de la Lectura en el Nivel Primario: Lic. Silvia Storino.