"La lectura voluntaria, la lectura por gusto, por
placer, no se enseña como una lección, sino se transmite, se contagia como
todas las aficiones. La lectura por gusto se contagia con el ejemplo; leyendo
en voz alta. Hay que leer en familia, en la escuela, en la biblioteca, en los
lugares de trabajo, de reunión. Hay que leer con la gente que uno quiere y
aprecia, en voz alta, por el puro placer de hacerlo. Si los padres leyeran a
sus hijos quince minutos cada día; si los maestros leyeran a sus alumnos quince
minutos cada día —no para estudiar, sino por gusto, por divertirse—; si
lográramos fundar muchos Rincones y talleres de lectura para niños, para
jóvenes y para adultos, en todo el país; si consiguiéramos aumentar drásticamente
el número de lectores auténticos..., produciríamos la más importante revolución
educativa, cultural y social de nuestra historia."
Cómo leer (mejor) en voz alta. Felipe Garrido
Tardes de lectura en voz alta, compartida, en el parque
(Ilustración de Valentina Morea)