VOLUNTARIOS DEL IFD DE LAS GARCITAS, CON INTEGRANTES DE PLAN LECTURA CHACO, ANTES DE INICIAR LA CAMPAÑA DE LECTURA EN LA VÍA PÚBLICA |
Jóvenes voluntarios del Instituto de Nivel Terciario -acompañados por la Prof. Ely Rosso y la Rectora Prof. Alicia Torres- junto a integrantes del Plan Provincial de Lectura del Chaco, se instalaron durante dos jornadas en diferentes esquinas estratégicas de la ciudad de Resistencia y distribuyeron a los transeúntes más de 2000 ejemplares de las publicaciones literarias de la colección "Pase Libre a la Lectura". Dichas publicaciones surgieron como una iniciativa conjunta entre el Plan Nacional de Lectura y la Dirección Nacional de Políticas Socioeducativas.
La colección incluye títulos para chicos y adultos de 16 reconocidos autores de literatura infantil y juvenil.
Para los más grandes:
- Una de terror, de Pablo de Santis
- El cuentista, de Saki
- El árbol de la buena muerte, de Héctor Oesterheld
- La suerte de la fea la linda desea, de Isidoro Blaisten
- Kilómetro 11, de Mempo Giardinelli
- Historias de amor, de Alejandro Dolina
- Qué yeta ser mujer, de Inés Fernández Moreno
- El payador perseguido, de Atahualpa Yupanqui
- Piedras como estrellas, de Angélica Gorodischer
Para los más chicos:
- Lupertius se enoja los jueves, de Ema Wolf
- El día de los panaderos, de Laura Devetach.
- Los héctores, de Ricardo Mariño
- La bruja Maruja y otras historias de vuelo, de Oscar Salas
- Reina mala, de Patricia Suárez
- Anécdota y Malas Palabras, de Luis María Pescetti
- Bellos cabellos, de Adela Basch
Con gestos de sorpresa y agradecimiento, peatones, automovilistas, colectiveros, ciclistas y motociclistas -entre otros- recibieron diversas publicaciones literarias con obras de reconocidos autores de literatura infantil y juvenil, editados por el Plan Nacional de Lectura.
Historia del que padecía dos males
Alejandro Dolina
En la calle Caracas vivía un hombre que amaba a una rubia. Pero ella lo despreciaba enteramente. Unas cuadras mas abajo dos morochas se morían por el hombre y se le ofrecían ante su puerta. El las rechazaba honestamente. El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y se amados por quien no podemos amar. El hombre de la calle Caracas padeció ambas desgracias al mismo tiempo y murió una mañana ante el llanto de las morochas y la indiferencia de la rubia.
En la calle Caracas vivía un hombre que amaba a una rubia. Pero ella lo despreciaba enteramente. Unas cuadras mas abajo dos morochas se morían por el hombre y se le ofrecían ante su puerta. El las rechazaba honestamente. El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y se amados por quien no podemos amar. El hombre de la calle Caracas padeció ambas desgracias al mismo tiempo y murió una mañana ante el llanto de las morochas y la indiferencia de la rubia.
Bellos cabellos
Adela Basch
Miguel: Adelante, tome asiento aquí, por favor.
Laura: (Se sienta.) Gracias. Mire, me gustaría
cortarme un poco. Creo que mi pelo está demasiado largo y sin forma, y tengo
ganas de cambiar de aspecto. Quisiera un corte nuevo, con algo de original y
algo de sugerente.
Miguel: ¿Con algo de mi gerente? Pero, señora, mi gerente
es pelado. ¿Qué quiere, que la rape?
Laura: Pero no, quiero un corte novedoso, con una caída
así (hace un gesto con las manos), como suave.
Miguel: ¿Cómo mi ave? ¿Con una caída como mi ave? Señora,
yo tengo un canario, pero no se anda cayendo, vuela muy bien.
Laura: Mire, yo lo que quiero es un buen corte de
pelo. Y que me de un aspecto más juvenil, más seductor, mimoso.
Miguel: ¿Su mozo?
(…)
Participaron también de esta Campaña de Lectura en la vía pública, el Coordinador de Plan Lectura Chaco del MECCyT, Prof. Oscar Yaniselli, y la bibliotecaria Carmen Insaurralde del equipo técnico.
Malas palabras
Luis María Pescetti
Si a las malas palabras no hay que enseñarlas ni decirlas y,
menos aún, escribirlas, ¿para qué están en los diccionarios? Los autores, los
editores, ¿no se dan cuenta de la tentación a la que exponen a la gente? Es
como dejar a un bebé sentado enfrente de un enchufe. El peligro es como un
embudo. Entre observar la bonita pared sin peligro y meter un dedo en el citado
enchufe, es seguro que el bebé optará por lo segundo. Habría que sacar las
malas palabras de los diccionarios. No se puede a todas, porque algunas son
malas palabras y partes del cuerpo, entonces como malas palabras estarán mal,
pero como partes del cuerpo son necesarias, porque un médico las precisa. No se
podría ir a una consulta y decir me duele aquí, y señalarse, porque es,
incluso, más grosero. O en una cátedra de cirugía, otro caso, y que el
profesor se viera obligado a decir: El… ustedes ya saben, ¿no? No, a las malas
palabras y órganos hay que dejarlos. Hasta un abogado, un veterinario, incluso
un policía, las necesitan por razones profesionales; pero hay muchas que son
malas palabras y punto. No designan nada más. Ésas sí habría que eliminarlas. Y
también advertir sobre otras que se hacen combinando buenas palabras. (…)