El libro
álbum es un género relativamente reciente que se caracteriza por la confluencia
de dos tipos de lenguajes: el lingüístico y el visual. Si bien sus orígenes se
pueden ubicar con la aparición de los primeros libros ilustrados, este género
ha recorrido un camino muy propio desde la segunda mitad del siglo XX,
diferenciándose de los libros en los que la imagen acompaña el relato.

La lectura
textual, caracterizada por la concatenación, la linealidad y por sostener cierto
orden, se cruza con la lectura espacial que ofrecen la imagen y el diseño. La
doble secuencia invita a prestar especial atención a las particularidades de
cada lenguaje.
El venezolano
Fanuel Hanán Díaz (2007), ha identificado al libro álbum con un territorio en
el que imagen y texto dialogan. "La lectura, como tradicionalmente la concebimos,
nos impone dictatorialmente una dirección lineal. La palabra escrita se ordena en
secuencias, como la música, como el cine. Sin embargo, las ilustraciones exigen
una lectura espacial. ¿Por dónde comenzamos a ver una pintura? ¿Cómo privilegia
el ojo la lectura de una imagen? ¿Qué nos llama la atención en primera
instancia? ¿Cómo jerarquizamos detalles o figuras?". Estos interrogantes nos
llevan a plantear la tensión que el lector experimenta ante un libro álbum. Por
un lado, el texto obliga a seguir adelante.
Por el otro,
las ilustraciones invitan a detenerse, a mirar cuidadosamente, a fijarse en los
detalles, a descubrir signos”.

El libro álbum nos invita a revisitar nuestro
propio concepto de lectura. Si las imágenes, el tratamiento estético y el
diseño producen sentido, estamos entonces ante una lectura no verbal. Se ha
considerado incluso que el núcleo del álbum es la imagen y que su narración
plástica relega al texto a ser un elemento más entre otros, y hasta que es posible
prescindir de las palabras para contar la historia.
Texto e imagen
El libro
álbum surge hace muchísimos años, a fines del siglo XIX, bajo la denominación de
«libros de láminas», junto con otros libros llamados «libros ilustrados». “En
función de las posibilidades que las técnicas de impresión de cada época
permitían, se fueron explorando las distintas maneras de conjugar el texto con
la imagen. Mientras más se desarrollaba la técnica de la impresión, más se
incorporaba la imagen al texto”, indica Claudio Ledesma. Luego de la Primera
Guerra Mundial desaparecen por sus altísimos costos pero ya en la década del 60
inician lo que será un desarrollo expansivo y sostenido.
Nuevamente
las editoriales se atreven a armar este tipo de portadores desde una nueva idea:
texto e imagen en íntima colaboración, como un solo proyecto que se formula en simultáneo
y donde ambos lenguajes construyen significados y argumentos.
Leer sin palabras
Acostumbrados
a la lectura textual, resulta pertinente entonces adentrarnos un poco más en el
mundo de las imágenes. “Si entendemos la lectura como una actividad que consiste
en decodificar e interpretar signos, los álbumes sin palabras también se leen. Leer
significa identificar los signos particulares, descifrar las conexiones de los
signos con los objetos que representan, reconstruir las secuencias a partir de
las relaciones espaciales y temporales de dichos signos y comprobar o refutar
las expectativas que se van generando continuamente”, indican Emma Bosch y
Teresa Durán (2009).


A su vez, las
imágenes evocan y dialogan con otras imágenes: “Así como en la literatura se
habla de intertextualidad cuando el texto se relaciona con textos anteriores,
en el mundo de la imagen podemos hablar de intertextualidad visual: detrás de
una imagen, podemos encontrar muchas otras con las cuales el ilustrador
dialoga, cuestiona, imita, ridiculiza, etc”.

Al abrir un
libro álbum se entra en contacto con un relato posible y con un modo diferente de
contarlo. Como explica Hanán Díaz (2007), hay que seguir teniendo presente que lo
artístico y su transmisión es el fin último y central para su selección. En
esta búsqueda de efectos artísticos, los autores no dudan en llevar sus
propuestas hasta la metaficción, como sucede en Las pinturas de Willy, de
Anthony Browne, que, además de realizar un homenaje a las obras cumbres de la
pintura occidental a través de la parodia, deja abierta una nueva historia
cuando en su última página podemos ver que el protagonista, Willy, el chimpancé,
abandona la habitación donde estuvo pintando y deja tras de sí una máscara de
mono y su chaleco multicolor, ¿Quién es Willy?¿Quién es el autor de esta obra? Muchas
de estas obras rinden homenaje a la historieta usando su unidad básica de
narración, la viñeta, además de otros aportes como signos cinegéticos o globos
de diálogo.
Desde el
punto de vista de los registros lingüísticos, podemos encontrar de todo tipo,
de la misma manera que, dentro del lenguaje poético propio de lo literario,
encontraremos textos publicitarios o propagandísticos.
La lectura de
un libro álbum convoca a una red de significación donde se ponen en juego
elementos del cine, la historieta, la publicidad, en este contrapunto que
generan el texto y la imagen. Este género abre un camino más para la formación
de lectores activos, y no hay edad para su lectura. Desafía a quienes quieran
hojearlo, una y otra vez, reflejando en cada interpretación, en cada
significado que le da el lector, su propia historia con la literatura.
Elementos fundamentales del lenguaje
visual
Hay colores
que tienen más fuerza, más intensidad, y colores más suaves; la ilustración puede
tener mucha luz y claridad o ser más bien penumbrosa; pueden aparecer trazos firmes
y gruesos o finos y delicados. No es lo mismo un elemento en primer plano que una
vista panorámica; ni centralizar el foco en un detalle produce los mismos
efectos que adoptar una perspectiva en “contrapicada” - como si estuviéramos
mirando desde arriba- o en “picada” -como si miráramos desde abajo. Para
enriquecer la lectura del libro álbum y el encuentro de los alumnos con la
narración en imágenes, repasamos aquí algunos de los elementos compositivos del
lenguaje visual.
• La línea:
el uso de la línea crea sentido en el dibujo; hay distintos tipos: curvas,
rectas, continuas, discontinuas, finas, ásperas, negras, en color, etc. Con las
líneas también se puede transmitir sensaciones como espontaneidad, delicadeza,
violencia; o representaciones culturales como las líneas curvas transmitiendo sensualidad
o femineidad.
• El color:
es por todos sabidos que de los colores no solo se percibe si son fríos o polícromos,
sino el hecho de que la sociedad les asigna valores y significados; es lo que pasa
con el negro y el duelo en Occidente. También puede tratarse de un uso
decorativo o simbólico.
• La textura:
es un elemento esencial para crear el ambiente y la atmósfera.
• La
perspectiva: se usa para lograr el efecto de tridimensión, pero también es un recurso
gráfico para la creación de sentido. Por ejemplo, a través de ella se muestra
el punto de vista del narrador/ilustrador.
• La
composición: es la relación de los distintos elementos de la ilustración entre
sí.
Cada uno de
ellos tiene un significado en sí mismo pero cobra uno nuevo al ponerse en relación
con los otros. Es fundamental para establecer la secuencia de lectura.
En relación a
la convergencia con el texto, cabe agregar:
• La relación
texto/imagen: la ilustración de un texto puede ser redundante, es decir, repetir
lo mismo que el texto; o transmitir información nueva, por ejemplo, describir momentos
de la historia que no están en el texto. Por eso, hay muchos libros que no se
pueden comprender si solo se lee lo que dice el texto. Y otros que se entienden
de manera diferente con ilustración o sin ella.
• El punto de
vista: todo ilustrador toma una posición frente al texto que ilustra. A veces
acompaña al autor literario y, en otras, puede ironizar, hacer un contrapunto o
dramatizar lo narrado.
Recordemos
aquello que el libro álbum NO es:
• Solo un
libro ilustrado, donde la imagen cumple la función de acompañar al texto y reforzar
su sentido; un libro objeto, donde priman la materia y la experiencia
perceptiva.
Generalmente
en el libro objeto la palabra se silencia o se minimiza, se construye un
universo por develar, por imaginar, provoca otras escrituras, solo penetrando
en la forma; no es necesariamente un libro de grandes dimensiones, o que tenga
musiquita, perfumes, bellos dibujos, cueste mucho dinero o esté editado fuera
del país.
El uso de
libros álbum en la escuela propicia deslumbrantes encuentros de los niños y niñas
de la mano de la belleza de la imagen y el texto. En ese placer, los
adolescentes o adultos tampoco quedan fuera. No hay edad para el asombro ante
la maravilla.
* Extraido de: BUENOS LIBROS PARA LEER, BUENOS DÍAS PARA CRECER 1.
Reflexiones y propuestas para el mejoramiento de la lectura en el nivel
primario. Material elaborado por el Plan Nacional de Lectura en apoyo a
la Política Nacional de Intensificación de la Enseñanza de la Lectura
en el Nivel Primario: Lic. Silvia Storino.